Fotografía




Respecto al registro fotográfico para el área visual micro, debo señalar primero, que el desarrollo de esta etapa surgió de modo circunstancial; incluso, llegue a considerar no trabajarla en beneficio para esta área pictórica. Después de todo, ¿que relación existe entre la fotografía y la micropintura?, si bien, son dos especialidades distintas!... Sin embargo, hoy exalto el hecho de que si no fuera por el apoyo visual brindado por la micro fotografía, actualmente, el avance experimental de esta área pictórica no estuviera realmente lista para difundirse. Aunque objetualmente la fotografía no aporta nada relevante al planteamiento visual de la micropintura; si le permite a la imagen pictórica micro trascender y ser lo suficientemente versátil en los aspectos de índole visual-digital, donde no interviene la técnica pictórica.

A dos años antes de ingresar a Bellas Artes, ya había registrado oficialmente una serie de murales en el Instituto Nacional del Derecho de Autor (INDA); por lo que desde ese entonces, conocía los trámites y beneficios que adquiere el artista a través del Registro Autoral. Sin embargo, el proceso referente a la fotografía para la micropintura inicio cuando al egresar de “La Esmeralda” entre al Consejo Directivo de una Sociedad Autoral, donde tome plena conciencia del registro de la obra artística. En ese tiempo, casualmente acababa de concluir la primer gran serie, de más de cien obras, por lo que, necesitaba registrarlas lo más pronto posible. Pero, para registrarlas antes debía fotografiar las obras micro necesariamente; ya que no se puede llevar acabo este tramite sin una prueba tangible de la idea materializada. Esto de pronto se convirtió en un gran problema para mí, ya que, desconocía de los aspectos más elementales de la fotografía en el campo macro. Cuándo tome mi cámara y la dirigí hacia la cabeza de un alfiler; después de mover el enfoque y utilizar toda la potencia del macro, observe a través del ocular, que ni siquiera podía ver la cabeza del alfiler. Comprendí entonces, que con el equipo fotográfico que yo poseía, en ese momento, no podría fotografiar las obras. Para entonces, conocía muy bien a Arturo Zapata, museógrafo oficial de “La Esmeralda”, a quien acudí para solicitarle su asesoría, y saber que hacer; él me comento que casualmente acababa de comprar una lente macro y que solo esperaba una buena oportunidad para probarla. Así que, le lleve un par de obras para tratar de fotografiarlas. Sin embargo, al montar y dejar listo el equipo, nos percatamos de que a pesar, que tras el ocular las cabezas de los alfileres ya podían verse, la imagen de la obra aun no; entonces como un recurso para incrementar la capacidad de la lente, después, él le agrego una lentilla de aumento, pero aun así, esto no fue suficiente para registrar la pequeña imagen. Entonces, Arturo me comento que necesitaba mayor poder en el macro de la cámara, y que, por el momento era todo el equipo con el que él contaba. Sin embargo, me dio algunos -tips- con respecto a la obturación y enfoque de la cámara.


Ulteriormente recurrí a mí asesor de Tesis de Licenciatura, el Mtro. Gregorio Gutiérrez. A él le comente lo sucedido; recomendándome, a su vez, a otro fotógrafo, el cual, contaba con un equipo fotográfico muy completo. Así ambos, solicitamos una cita con el fotógrafo Humberto Mejía; llevándole parte del material y dos obras. En el estudio, él fotógrafo Humberto me mostró una cámara desconocida por mí; me comento que esa cámara era de un formato mucho mayor al de 35 mm. Y que por ese simple hecho sería ideal para conservar la calidad de las imágenes, ya que, cuando se tomaran las fotos y se amplificaran, se conservaría aun mejor el detalle en cada una de las imágenes; evitando así, abrir el grano de la película. Luego de hacer una sección de varias tomas, y regresar al tercer día, para estudiar el resultado de las fotografías; él Sr. Humberto me mostró un par de fotografías, que correspondían una de cada obra, siendo las mejores de toda la serie. Al amplificar las imágenes a través de la ampliadora, ahora tenían un tamaño más aceptable, sin embargo, ambas imágenes se encontraban desenfocadas y los colores no correspondían a los originales; sucede que la luz amarilla del estudio modificaba la tonalidad y matiz del color real. Por lo que, él fotógrafo y yo platicamos varios aspectos importantes a cerca del contraste y el enfoque; expresándome la necesidad de hacer más pruebas con las obras para tratar de obtener mejores resultados, donde por lo visto, a él le costaría mayor trabajo enfocar las obras correctamente. También me comento que todo el equipo fotográfico que él tenia era todo lo que existía en el ramo de la fotografía comercial –convencional-, por lo que, si en determinado momento no lográbamos obtener buenos resultados con su equipo, tendríamos que saltar a otro nivel fotográfico con mayor capacidad de macro, a través de un microscopio.

Supe entonces, que para sacar adelante el proceso fotográfico de esta área, tendría que economizar en todos los aspectos; esto, era clave para definir indirectamente el rumbo de la experimentación plástica, porque no podría encargar a otra persona la responsabilidad del procedimiento fotográfico, no solo de las pequeñas obras, sino también, del registro fotográfico de los instrumentos del área micro. Tomando en consideración que los derechos legales de las fotografías no serían propiamente míos, sino, del fotógrafo que llevaría acabo tal proceso. Por lo que, me dispuse a desarrollar por mí cuenta este mismo proceso. Desmoralizado, creí que solo me quedaba un camino por emprender; aprender un poco de óptica y hacer mi propia lente para adaptarla a mi cámara. En ese sentido, cuando llegue a comprender la naturaleza de la luz; por conducto, de una enciclopedia de casa... empecé a diseñar la forma de los cristales que me servirían para conformar una lente macro. Y al estar listo con los diseños, inicie una ardua búsqueda por la ciudad de México para encontrar un taller óptico especializado. Al final, encontré un taller donde aun hacían lentes a mano. Pasaron algunos días antes de que tuviera en casa listas físicamente las cinco lentes; y al juntarlas, alinearlas y adherirlas con plastilina epóxica, un poco de polímero y cartón, hice mi primer lente macro. Y al ubicar este lente frente a la cámara; para mí asombro vi que funcionaba muy bien, aun mejor de cómo lo había concebido, durante su diseño.


Con la nueva lente macro, pude obtener un incremento de la imagen similar a las fotos que el Sr. Humberto había obtenido en su estudio. Sin embargo, aun tenia que obtener los datos sobre la iluminación, obturación y velocidad de exposición; para obtener excelentes fotografías. Hice algunas tomas en mi pequeño estudio, pero, al revelar las fotos observe que estaba cometiendo algunos errores similares de iluminación, a los que había cometido él Sr. Humberto; la iluminación artificial -amarilla- modificaba la tonalidad del color original, y la superficie convexa del alfiler, provocaba que en algunas áreas de la imagen se concentrara de más la luz, distorsionando la imagen. Entonces decidí trasladar todo el equipo fotográfico al patio de la casa; donde afortunadamente las paredes blancas permitieron reflejar homogéneamente la luz natural por el espacio. Sobre pruebas fotográficas pude observar que la iluminación aquí era perfecta. La tonalidad de los colores no se alteraban, ni modificaban…, y gracias, a la iluminación homogénea, se eliminaban las irregularidades del óleo sobre la pequeña superficie metálica. Sin embargo, no todo estaba resuelto, aun debía controlar los dos aspectos más -difíciles- que le corresponden a la fotografía; encontrar la velocidad y obturación de exposición correctas. Lleve a cabo demasiadas pruebas; clasificando meticulosamente cada fotografía por día, hora, velocidad y obturación.  Fue entonces, cuando descubrí que la posición del sol determinaba considerablemente los resultados de la nitidez y contraste en las imágenes. Por lo que fui un poco más riguroso en la organización de las obras; aparte de separarlas por la formalidad compositiva, en la cantidad de cabezas de alfileres, también las separe cromáticamente entre obras claras y obscuras. Perfeccionar este procedimiento a través de varios meses se convirtió, en un proceso visual arduo y desgastaste, pero al final exitoso. Con la experimentación fotográfica no solo obtuve el conocimiento para manipular sistemáticamente la cámara, sino también, el obtener excelentes micro fotografías; aunque estas no tenían un gran tamaño, si tenían la escala suficiente como para amplificarlas ulteriormente.

Durante esta etapa las fotografías fueron tomadas con una cámara Minolta X-300s, con un objetivo de 28-70 mm, utilizando como lente macro el lente creado por mí. Película 100 ISO a 1/125 seg. y f/8 a f/8.5 para obras con tonalidad clara, mientras que para las obras con tonalidad obscura con f/11.

El otro 50% del proceso fotográfico, consistió precisamente en la amplificación de las imágenes, el cual, pude emprender gracias al obsequio de una ampliadora antigua de mi tío. Por aquel tiempo, durante una visita a Acapulco, mi tío y yo platicamos respecto al proceso fotográfico de la micropintura; él me comento que tenía una máquina para ampliar imágenes a través de negativos…, la cual, utilizaba para revelar y amplificar fotografías de los turistas americanos que él les tomaba en Acapulco hace 45 años. Señalando que yo le podría dar un mejor uso, y que por tal, me la obsequiaría; aun yo sin saber, esa máquina era una ampliadora de la marca Durst M 301 (muy antigua), la cual, apenas contaba con el mecanismo básico para amplificar imágenes a color, con el procedimiento más rudimentario. La máquina que para entonces era completamente desconocida para mí, venia desarmada y envuelta entre varias telas. Mi tío, primero saco el cabezal; la sección más importante de la ampliadora. El cual, venia con un pequeño objetivo, y una especie de tornillo, en la parte posterior. Al destapar el cabezal, observamos que tanto las lentes que venían en su interior como las lentes del propio objetivo, así como, todo el mecanismo integrado, tanto por el porta negativos, laminillas de soporte, el porta filtros, el mando de enfoque, el filtro de seguridad, etc..., se encontraban en excelentes condiciones para volver a trabajar. Mi tío me explico detalladamente el funcionamiento de cada sección, haciendo énfasis en la posición del cabezal sobre la columna de la base, y de como, introducir el negativo en la caja del condensador, pasando inmediatamente al procedimiento de como regular el mando de enfoque sobre el marginador. Al llegar a casa rápidamente desenvolví, desarme y restaure por completo la ampliadora; fui separando y lijando cada pieza asta remover él oxido y la capa anterior de pintura. Después pieza a pieza, fui pintando nuevamente la zona interior de blanco, y al final, la parte exterior de negro; quedando el cabezal en su mismo estado original. Luego incorpore una placa de fierro de 5 mm. de grosor, y de 55 cm. de ancho X 70 cm. de largo, utilizándola como base de la ampliadora; la cual, por el tiempo y la salinidad durante 45 años esta ya no existía. La placa de fierro permitió estabilizar la estructura completa de la ampliadora. Finalmente, y poco tiempo después, el mecanismo quedo literalmente estable, y con ello, el momento adecuado para iniciar el proceso de ampliación de todas las micro fotografías.





Inmediatamente acondicione uno de los dos baños de la casa para crear un pequeño laboratorio fotográfico; selle todas las ventanas y las pequeñas aventuras para evitar filtraciones de luz, acomode y ordene todos los instrumentos, así como, las cubetas con los químicos. A diferencia del proceso de revelado para fotografías de blanco y negro, en el proceso para fotografías de color se requiere de mayor control en la temperatura de los químicos. Donde también, el papel fotográfico para imágenes a color resulta más sensible a la luz. Por lo que incluso no se puede trabajar con luz roja de seguridad; todo el proceso debe hacerse en completa obscuridad. Así, emprendí una ardua etapa para amplificar las fotografías de cien micro pinturas. Por cada fotografía, como mínimo tenia que llevar a cabo, previamente, tres pruebas para después aspirar a obtener la ampliación final; la primera consistió en saber la obturación correcta, la segunda para conocer el filtraje correcto y la tercera para obtener el tiempo de exposición adecuado. Por lo regular, entre negativo y negativo, nunca se repitió el tiempo de cada uno de estos aspectos; por lo que a veces, fue necesario hacer asta diez pruebas, por cada fotografía, para entonces obtener una excelente ampliación de cada micropintura.

Cuando concluí las ampliaciones de noventa y cinco obras, casi, todo estaba listo para llevarlas y registrarlas, en el Instituto Nacional del Derecho de Autor; solo que, para registrarlas requería más de una copia -idéntica- por cada foto..., y con mucho trabajo, solo tenía una fotografía por cada obra. Por ello, se me ocurrió digitalizar las imágenes, y poner en practica, todo lo aprendido en el pasado sobre la materia digital, aun como estudiante, en el Centro de Multimedia del Centro Nacional de las Artes; corrigiendo así, las aberraciones cromáticas, de contraste, tonalidad y enfoque, e incrementando su calidad visual. Más tarde, no solo logre registrar las obras, sino además, conservar permanentemente las imágenes con excelente calidad digital; permitiendo gran versatilidad para un número ilimitado de copias e impresiones. Sin embargo, lo más importante de esta etapa digital fue la posibilidad de hacer lo que nunca imagine con las imágenes; crear imágenes digitales –exprofeso- específicas sobre el proceso, sin precedentes. Logrando, publicar en periódicos y revistas, o bien, mostrar por televisión imágenes fotográficas de las obras, ejemplificando parte del objeto de la micropintura.






Ulteriormente, incremente el macro de la cámara creando extensiones metálicas especiales, ampliando la distancia entre el objetivo y el chasis de la cámara. Ahora, la diferencia entre ambos procedimientos micro fotográficos era muy evidente; mientras que con el primer lente conformado por varias lentillas, nunca pude fotografiar obras pictóricas micro compuestas por diferentes composiciones entre varias cabezas de alfileres (por ser demasiado amplias como para poder enfocar todas las cabezas simultáneamente)..., ahora, con las nuevas extensiones metálicas si tuve la posibilidad para tomarlas con buena calidad y precisión, conservando incluso su nitidez. Por lo que, procedí a obtener las imágenes de las pocas obras micro que aun no habían sido fotografiadas correctamente. Pero para entonces, todo el desarrollo fotográfico micro de esta área ya estaba hecho. Finalmente y como lo referí al inicio; es probable que la fotografía no haya contribuido propiamente al objeto de esta área visual..., sin embargo, con los requerimientos y bondades de la micro fotografía aprendí que jamás hubiera logrado difundir y emprender la investigación formal académica de esta área pictórica, sin la presencia elemental de las imágenes descriptivas de cada etapa referentes a la micropintura.